Nuestras conversaciones: espacios para la transformación.
“Los seres humanos somos seres lingüísticos, porque vivimos en el lenguaje y a través de él conferimos sentido a nuestra existencia.”
(R. Echeverría: Ontología del lenguaje)
Las conversaciones son las unidades básicas del lenguaje, por lo tanto, cada vez que nos ocupamos del lenguaje estamos tratando directa o indirectamente con conversaciones. “La noción de conversación nos permite entender formas de ser. Somos de acuerdo a nuestras conversaciones. Nuestras conversaciones definen lo que es posible y lo que no es posible. La noción de conversación permite abrir puertas. Permite saber qué nos espera y qué no nos espera. Esto es válido tanto en el ámbito individual como en el ámbito organizacional.” (R. Echeverría).
Las organizaciones de cualquier clase son “redes dinámicas de conversaciones” y, en este sentido, las conversaciones son el elemento constitutivo de toda organización. Si observamos cómo se gesta un proyecto, una organización, notamos que se requiere una conversación previa: “Hoy creamos la....”. Lo que la produce es, en el fondo, el poder transformador de las palabras. ¿Cuáles son también sus limitaciones? Son conversaciones, por ejemplo, las normas que la constituyen o, entre otras, las políticas de contratación y despido, las remuneraciones. Quién pertenece a la organización y quién no, se decide mediante una declaración: alguien investido de autoridad formula tal manifestación. “El carácter de una organización depende de cómo sus miembros conversan entre sí y con su entorno.” (R. Echeverría).
Sabiendo cómo conversan las personas de una organización entre sí y cómo conversa la organización con su entorno se puede saber de qué clase de organización se trata, lo que le será posible o imposible hacer, del tipo de problemas con los que se enfrentará y de su capacidad o incapacidad para resolverlos, de su efectividad en el logro de sus objetivos, etc. Las conversaciones representan “el alma de toda organización y definen su forma de ser” (R. Echeverría). Cuando, por ejemplo, un proyecto Escuela de liderazgo y Valores impacta a una comunidad, esa realidad esa red de conversaciones posiblemente modifique elementos claves de la organización educativa en el interior de la organización, ¿no es este el caso del curriculum del área de Formación General en la UVM, o el deseo de ser la primera universidad comunitaria del país?.
Nuestras conversaciones van creando realidades… Espíritu Emprendedor, Desarrollo Humano Sustentable, Ética, Liderazgo y Valores, Paradigmas del Pensamiento, Desarrollo del Pensamiento, Humanitas, Aula Virtual, Pastoral, Campus Tempé, Stovacuy… Van creando al hombre nuevo, al ciudadano del mundo con múltiples posibilidades. ¿De qué conversamos al interior de la Universidad Valle del Momboy?, ¿Cuáles son los temas de nuestras conversaciones?, ¿Qué valor agregan a UVM? ¿Para qué? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Con quienes? ¿esas conversaciones nos afectan? ¿en qué medida nos afectan?...
Conociendo cuáles son esas conversaciones se sabe lo que se necesita saber sobre tales relaciones. No sólo actuamos de acuerdo a cómo somos, también somos de acuerdo a cómo actuamos; nuestras acciones revelan, pues, nuestra forma de ser.
Entonces conversar aparentemente parece ser un asunto sencillo: se trata de una habilidad que todos utilizamos. Conversar y convertir tienen un mismo origen latino “verter”, que significa “dar la vuelta, cambiar”. Es decir, a medida que vamos conversando nos convertimos en alguien distinto, nos transformamos a través de las palabras. En un sentido fuerte de las palabras, una persona nunca será la misma después de haber conversado con otra; un equipo de trabajo se transforma de acuerdo con las conversaciones habidas entre sus miembros,... Esto sucede porque las conversaciones no solamente pueden modificar las acciones y los resultados, sino que modifican principalmente a las personas mismas. Por otra parte, no hay que olvidar que una organización es lo que es, porque las personas que la forman son quienes son. No deja, finalmente, de ser sorprendente que la “madre” etimológica del conversar sea la de “convivir o vivir en compañía”. “Conversar es quizá el mejor entrenamiento que puede tener un ser humano para ser un ser humano...” (J.Wagensberg).
No olvidemos las enseñanza del Maestro de maestros: “Porque de la abundancia del corazón, habla la boca” (Lucas 6:45c). Busquemos en nuestro corazón y ese nuestro mundo interior nos dará respuestas claves. Nunca seremos los mismos si conversamos con Él.
… Su Palabra escuchada… transforma.
MTD 2008/may.
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